Valente Rojas sigue tratando de vengar la muerte de su padre humillando a Julia Beltrán. La atracción mutúa entre ambos personajes solo parece acentuar más su enemistad.

El pequeño pueblo se hace más pequeño aún con la llegada de un obscuro personaje. No se debe confiar en alguien cuyo apodo es idéntico al calibre de un arma.

La casta de Valente Rojas está presente de nuevo en el pueblo. Por supuesto, su hijo es recibido con hostilidad, a pesar de su galantería y buenos modales. ¿Es que todo en ese pueblo ya está tomado? ¿Podrá encontrar un pedazo de tierra para sí mismo?

Alberto ha regresado al pueblo y junto con él su enorme ego, que es más grande que nunca. Lo peor de todo es que este personaje parece ser dueño de la mitad del pueblo. ¿Habrá alguien que se atreva a enfrentar a este abusón engreído? Mientras tanto, el joven Valente se despide de su padrino.