Justo cuando Kevin piensa que la señorita Pizarro no lo ve como a uno de los otros niños, un inesperado evento lo ayuda a darse cuenta de la realidad.

Las dudas asaltan a Kevin durante el ensayo de la obra y todo se agrava más cuando la señorita Pizarro recibe una inesperada visita.

Kevin aprovecha la partida de banquitas con su padre para desahogarse de sus sentimientos. Sin embargo, no será lo único que hará para recuperar la atención que tanto desea.

Mientras que la señorita Pizarro lleva a Kevin a su casa, por la mente de nuestro protagonista corren mil pensamientos sobre la forma adecuada de aprovechar la situación.

Justo antes de entrar en escena, Kevin se encuentra de frente a una crisis emocional que podría poner en peligro su actuación.

A pesar de todas sus emociones, Kevin despliega un talento en el escenario que lo dejará pensando muchas cosas sobre lo particular que fue ese año mil novecientos ochenta y cinco.

A pesar de los aprietos que pasa con su mamá y hermano, Kevin finalmente encuentra una tregua en la guerra de los sexos.

Casas le pide a Kevin que le pregunte a Cata si aún lo ama. ¿Lo hará Kevin o se vengará de quien le quitó a su amor?

Kevin acepta preguntarle a Cata si aún quiere a Casas pero la respuesta de ella no es la que se esperaba.

En su afán por acercarse a Cata, Casas le pide otro favor a Kevin. ¿Será que esta vez Casas podrá convencer a Cata de su amor?

Cuando Cata termina con Casas, Kevin tiene un plan para descubrir el motivo por el cual Cata terminó con su novio. Sin embargo, las cosas darán un giro inesperado.

En medio de la discusión con Casas y Toño, Kevin se da cuenta que se había olvidado de una persona importante.

Mientras que Cata está afuera con Toño, Kevin se regala un par de horas de muy buena meditación adolescente.

Cuando Kevin le pregunta a Cata acerca de sus relación con Toño, se da cuenta que él no es el único que está confundido.

Aunque Kevin nunca ha escuchado a sus papás decir la palabra "relación", sí puede decir que los ha escuchado discutir.