Los Lizcano y los Belalcázar son vecinos en el barrio San Antonio pero son muy cercanos, tal vez demasiado.

Laura habla en la radio sobre su deseo de enseñar a los invidentes los beneficios de tener un perro guía mientras que en un recuerdo, los ladrones discuten sobre la mejor manera de tratar al perro robado, Zazen.

Federicio llega para consolar a Laura, mientras los ladrones discuten sobre la mejor forma de lidiar con el perro y realizar su venta.

La armonía familiar en casa de Kevin se ve trastocada con los ideales revolucionarios que su hermana mayor ha abrazado. Mientras tanto, en la escuela, la maestra intenta enseñar valores.

Laura recuerda el horrible día en el que dos rufianes le robaron a Zazén, su querido perro guía.

Un acto inesperado de su padre inspira en Kevin otra revelación vital.

Los bandidos por fin reciben la llamada de alguien interesado en el perro. Es hora de avanzar con el plan.

El rey de la estafa ha asumido una nueva identidad: ahora es un borracho argentino bastante generoso.

Si bien Kevin descubre el lado sensible de su padre también aprende de lo dura que puede ser la vida para los adultos.

Nuestro rey de la estafa no se amedrenta ante la investigación oficial. Ahora, una nueva identidad surge para mantenerlo a salvo y acercarlo a Amalia Durango.

Durante la entrevista radial, Laura continúa explicando la importancia de su perro y su plan para volverse un miembro productivo de la sociedad.

A pesar de la insistencia del agente Suárez, Amalia se niega a creer que Felipe Urrutia sea un estafador. Así, las probabilidades de capturarlo son cada vez menores.

Los dos ladrones siguen el plan para robar y vender el perro de Laura, alguien que realmente lo necesita para su nuevo trabajo.

Kevin está impresionado de ver a su padre en el banco: es una figura de autoridad incuestionable. Tal vez sea una opción para su propio futuro.

El agente Suaréz llega a la residencia de Amelia buscando a Felipe, pero él logra escapar.